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miércoles, 13 de octubre de 2010

EL COLEGIO MILITAR Y EL NOBEL



Aun me queda en la memoria la lectura de la ciudad y los perros en el frío invierno de 1991 en un aula de tercer año del Colegio Militar Leoncio Prado, que terminaría siendo mejor que el Colegio de curas Franciscanos del que me había librado, donde mirar a una mujer era pecado, o después de disfrutar una película me preguntaba si habría ofendido a algún santo de los que hablaban los frailes en el curso de religión, mucho menos celebrar una fiesta o intentar leer algo que no este dentro de su arcaica currícula escolar. En buenas cuentas el Leoncio Prado me abriría las puertas a situaciones que hasta ese entonces me habían sido negadas.
Hablar de la institución donde estudió Vargas Llosa y donde también tuve la oportunidad de instruirme, me llena de contradicciones, la dura vida militar y la libertad que también había ganado, al emanciparme de mis padres y del rígido y absurdo sistema escolar que manejaban los sacerdotes y docentes del anterior colegio hacían del Leoncio Prado un lugar de oportunidades para descubrir, participar a los 13 años de un mundo que en ese entonces estaba reservado para los adultos sumado a que en un colegio de curas se me había preparado durante 8 años para ser bien recibido en el cielo, me haría entender mejor el mundo terrenal y así poder dar rienda suelta a mi curiosidad.

La morada del Héroe, los impostores eran títulos que el escritor ensayaría para su novela que abriría el camino a la literatura iberoamericana en Europa, sumado a las múltiples biografías que relatan sus vivencias en el Colegio, han hecho de este un lugar inolvidable, ubicado a orillas del mar en el distrito de la Perla, en la provincia constitucional del Callao. Las cartitas para las novias y los relatos sicalípticos eran bien recibidos por sus compañeros de promoción, la debilidad por lo erótico ya se manifestaba en el adolescente. Sentado en el auditorio los días jueves a las 08:00pm viendo las películas, en su mayoría de veces catalogada “para adultos” recordaba que esas mismas circunstancias las habría vivido Alberto el poeta y su primera sección.

En la tentación de lo imposible, Vargas Llosa relataría su avidez lectora en su época de cadete, por las obras de Víctor Hugo, del mismo modo lo haría en el Pez en el agua y así lo recogerían sus biografías en un sin fin de trabajos, el mas vivido de todos y del cual recomiendo leer, se titula El cadete Vargas Llosa, que en buenas cuentas es un registro de la época de estudiante de Vargas Llosa, más que una biografía es un pedazo de historia del Colegio Militar, del cual, en la vida real, sus personajes celebres se cuentan en decenas, prominentes banqueros, ministros, maestros universitarios, literatos —Manuel Scorza— , ingenieros reconocidos, etc., pero el mas celebre sin duda, mucho antes del novel es el artífice de Alberto el poeta, el esclavo, el circulo, la malpapeada y demás personajes de su novela autobiográfica que tantas veces su tía y al mismo tiempo primera esposa Julia Urquidi ayudaría a mecanografiar.


EL TINTE LEGAL EN LA CIUDAD Y LOS PERROS

Recuerdo trabajos universitarios que intentaban encontrar el tipo penal, la responsabilidad civil, tentativa, indicios y demás repertorios legales a raíz de la muerte del esclavo y posible autoria del Jaguar en la Ciudad y los Perros, algunos colegas coronaban que el Jaguar era el autor del crimen, porque existía indicios razonables de que así completaba su venganza con el delator, otros concluían que siendo el esclavo una persona que no había terminado de adaptarse a la rigidez y estructuras sociales de dominio que existían en el colegio, su muerte había sido producto de su negligencia, finalmente uno podría terminar convencido por uno u otro bando de abogados, que argumentaban de acuerdo a sus perspectivas, el debate alcanzo al propio autor, a quien le preguntaron un día, y bien señor Vargas Llosa ¿Quién mato al esclavo?, a lo que respondió, ‘la verdad, no lo se’.

Sellando de esa manera la separación del autor y su obra, que serviría de ejemplo en aulas para explicar la separación que existe entre el legislador y su obra legislativa y así exponer el método de la ratio legis en los cursos de metodología de la investigación y también en los de razonamiento jurídico, la lucha franca contra la interpretación literal de la cual los alumnos de pre y post grado hacían gala se la podía librar mejor con ingredientes literarios para hacerla menos aburrida y liberarla de tecnicismos, siempre cuidando de no llegar a la vulgaridad, es así que contaminábamos la enseñanza del derecho incluso con la ficción, no se crea que esto es novedoso, el sistema jurídico peruano esta lleno de presunciones y ficciones legales, es tarea del profesor y estudiante de derecho poder diferenciarlas para así entenderlas mejor y finalmente aplicarlas coherentemente.

Después de leer la Ciudad y los perros, cada lector tendrá su propia versión de los hechos de ¿Quién mato al esclavo?, ¿no es acaso un ejemplo de interpretación que suma los eventos de la obra para llegar a una conclusión?, ¿importa acaso la opinión del autor? —Interpretación autentica— Este evento ha servido innumerables veces para explicarle al auditorio las virtudes de las artes interpretativas que todo abogado debe desarrollar respecto de la ley. Que la interpretación es un trabajo de los jueces y las partes y nada tiene que hacer aquello que pretendía el autor señalar, sino que la ley funciona de acuerdo a los intereses que uno defiende en los tribunales y en el camino se encontrara la verdad apoyada en la dinámica exposición de los posibles sucesos; de la novela prima nos hemos servido para explicar tal circunstancia.

La importancia del editor Carlos Barral, y de la semilla Colegio Militar Leoncio Prado, nos ubican en el contesto de que un leonciopradino retrató sus aventuras que servirían de soporte para los orígenes del Boom iberoamericano. Vuelvo a leer la ciudad y los Perros, y digo, pero si es el Colegio Militar, vivo retrato de una historia reciente, Los festejos son saludables para el orgullo de los peruanos.

Se ha recordado a casi todos aquellos que estuvieron presentes en la travesía al éxito que ha discurrido la vida del escritor, familiares, amigos de circunstancias, personajes que el mismo buscó en sus viajes y aventuras personales. No debemos olvidar a Carlos Barral, editor y mejor amigo desde los inicios del autor de la ciudad y los perros, pues, el Vizconde de Calafell seria quien se encargaría editorialmente, de que Varguitas sea un escritor universal, del mismo modo, ya se manifestara el día en que se valore el aporte de Zavalita a la vida política del Perú con su aventura a la presidencia de la republica al frente del Movimiento Libertad, esa ya es otra historia.

13 de octubre de 2010, en el invierno de Angaraes – Huancavelica

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